domingo, 10 de junio de 2012

Qué puedo hacer con mi vida?

La mujer y el hombre siempre se hallan atados a la vida y a un futuro, pero para ello necesitan más que felicidad, necesitan encontrar un sentido a sus vidas y, sobre todo afirmar su libertad.

Hoy en día padecemos de lo que  se puede llamar frustración existencial. Parece que todo queda pendiente de un hilo, de lo que muchos llaman destino, ya no importa tanto la frustración económica, dado que esta crisis casi ha desvalorizado esta expresión, ni la frustración sexual o familiar, temas demasiado complicados.

Cada vez hay más gente que piensa que su vida no tiene sentido, pero lo sigue pensando porque no han descubierto todavía la voluntad del sentido, es decir, primero decido cual es el sentido de mi vida y, despues lo busco. Hay una expresión popular que dice: " Que no hay viento favorable para el barco que aun no tiene puerto" o algo así.

Vivimos las enfermedades del alma, la melancolía, la falta de creatividad, la ansiedad, la fatalidad, y otras muchas.

Tengo el convencimiento de que todos  y todas estamos aqui para contribuir en algo único, unicos como cada uno/a de nosotros/as.

A veces me pregunto mirando atras, que podría haber llegado a ser si...... y, esto es lo que no se debe llegar a hacer. " Lo mejor está siempre por llegar" y para ello os dejo una historia para que cada uno/a de nosotros/as tomemos la decisión.

" Dos personas, las dos gravemente enfermas, ocupaban la misma habitación de hospital. Una de las dos podía sentarse en su cama durante una hora cada mediodía. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación, y pasaba ese tiempo describiendo a su compañante de habitación todo lo que se veía fuera.

Desde la habitación, se veía un parque, niños jugando en un pequeño lago donde navegaban sus barcos, jovenes enamorados, árboles. Mientras una describia con todo detalle, la otra persona lo imaginaba.

Una mañana, la enfermera llegó para traer el agua y descubrió el cuerpo sin vida de la persona de la ventana. La otra persona pidió si podía ser desplazado al lado de la ventana. La enfermera se alegró de poder complacerle, y después de asegurarse de que estaba instalado la dejó sola.

Al fin tendría la alegría de ver por sí misma todo lo que su acompañante le describia.
Todo lo que sus ojos vieron fue un muro.

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