lunes, 4 de agosto de 2014

¿QUE LE PIDES A LA VIDA?


 Cuando esperamos algo de la vida o de alguna persona, podemos caer en el engaño emocional más común: pensar que dar supone siempre recibir.

Depender de la acción o no acción de otra u otras personas supone que nuestras expectativas se conviertan en un peso que nos lleva a calcular que las amistades son las que nos ayudan cuando lo necesitamos, que la familia nos responderá siempre y, que nuestra pareja estará siempre con nosotros pase lo que pase.

Volcar nuestra seguridad emocional en los demás nos hace frágiles, dado que hacemos responsable de nuestra felicidad al mundo que nos rodea.

Las claves están en la autoestima y en la motivación por conseguir lo que queremos realmente.

Muchas veces cuando nos enamoramos desplazamos nuestra propia felicidad a las decisiones y gustos del otro y otra y, nos negamos así nuestro poder de decidir, nuestra libertad de ser auténticos y auténticas.

Las expectativas, en este sentido, son un engaño emocional y se fundamentan en una dependencia que condena a los demás a satisfacernos. Tal satisfacción será efímera dado que nos creará inseguridad y nos mantendrá en un continuo control de dar para gustar.



Básicamente, el conflicto aparece cuando las expectativas de cada uno no coinciden o cuando idealizamos dichas expectativas, haciéndolas inalcanzables.

En el primero de los casos es fácil la solución: a expectativas distintas el conflicto se soluciona enfrentándolas, aceptándolas o disolviendo la relación.

El segundo caso es mucho más delicado, porque cuando nos aferramos a expectativas idealizadas, ese falso cariño se convierte en sufrimiento y en la necesidad de cubrir algo que nos falta. Cuando somos adultos se puede traducir en falta de autoestima y en falta de asertividad.

Tener unas sanas relaciones sociales donde los demás no se sientan presionados por nuestras demandas afectivas, reforzar nuestra voluntad y evitar el conformismo, nos dará una visión diferente de la vida. Entonces sabremos que pedirle.

Lidera tu vida y tus expectativas.





5 comentarios :

  1. Absolutamente clara y certera la explicación.
    A nada que pensemos un poco nos identicamos con las situaciones descritas. Ayuda a reflexionar sobre nuestras expectativas cotidianas

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    1. Muchas gracias Juan Manuel por tu comentario. Me alegra saber que te ha ayudado a la reflexión. Saludos desde Cádiz.

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  2. Gonzalo Gomez Garcia5 de agosto de 2014, 8:18

    Gracias Maria Jose. Va una reflexión personal por si pudiera ser útil a alguien.

    Hace tiempo que me di cuenta que era mejor no esperar grandes cosas de nadie ni de nada y vivir de las cosas sencillas que me suceden cada dia.

    Tener expectativas de bajo nivel sobre lo que la gente puede dar me permite disfrutar mas que mucho de innumerables cosas pequeñas que me dan cada dia.

    Creo que en realidad he aprendido a valorar como grande lo que en principio parece pequeño hasta el punto que creo que una parte inmensa de mi crecimiento personal se lo debo a la gente que me voy cruzando en mi camino y lo que me han dado sin esperar que me lo diesen.

    Nunca lo había visto del modo en que se explica en el articulo, ni siquera estoy seguro de que lo este interpretando correctamente pero asi lo entiendo y me vale.

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  3. Juan Fernando Peláez Rodríguez5 de agosto de 2014, 8:24

    Totalmente de acuerdo María José. A parte que nos debemos de proponer desarrollarnos más y crecer más como individuos, como persona, trabajando cada uno de los apartados de la inteligencia emocional, nuestra meta, nuestro objetivo, ha de ser la "libertad", y no se puede ser libre cuando se es dependiente.

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  4. Hola María José. Me ha parecido muy interesante el artículo y también me quedo con las aportaciones que se le han hecho. Creo que Gonzalo Gómez ha dado en el clavo de cómo hemos de pedirle a la vida, puesto que el falso espejismo de la expectativa pienso que es una idea que esconde la creencia de que lo que importa es el resultado y no tanto la apuesta personal que se haga con las decisiones en el camino.
    Gran parte de nuestra felicidad, por no decir toda, reside en esas pequeñas cosas que nos pasan y hacemos que pasen. El resultado es muchas otras veces sólo la consecuencia e incluso cuando no es el que esperamos, es una consecuencia feliz, pues tal vez el resultado siga siendo otro paso en el camino y haya otros "resultados" por venir.
    Gracias por la aportación. Un saludo y feliz semana a todos/as

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