Las mujeres y los hombre, supuestamente civilizados/as solemos tomarnos vacaciones, a veces siete días,
otros 15 y, 30 días los/as afortunados/as.
Las vacaciones consisten
en un periodo de tiempo donde puedo cambiar de lugar, tener más o menos
actividades lúdicas o de relax y, puedo abandonarme al pairo.
En definitiva, las
vacaciones son una oportunidad para vaciarnos de tensiones, sobrecarga
emocional y preocupaciones.
En mi anterior post,
describía una situación algo estresante provocada por alguien que no sabe
descansar, y se aferraba a gestionar su tiempo de vacaciones como tiempo de
trabajo efectivo. Es importante resaltar que las semanas que se toman de
vacaciones son un tiempo de paso y lo estable es el resto del año, es decir,
los otros largos 11 meses.
Bien es cierto que una
inactividad total nos puede llevar a la frustración, dado que estamos
acostumbrados/as a hacer cosas y ser productivo/a, por lo tanto, algo de
planificación no debe ser estresante, por ejemplo, buscar un tiempo y un
espacio para leer ese libro que hemos estado retrasando.
Debemos utilizar las
vacaciones para reponer fuerzas y cargar las pilas. Más que una necesidad es un
derecho el regalarnos un descanso, pero cuidado, la pereza no es descansar. La
pereza, la monotonía, la rutina y similares, no descansan…. Son agotadores, así
como el aburrimiento.
Las vacaciones que más
cansan son las que se realizan mal, sin orden, ni planificación.
Por lo tanto, amigos y
amigas lideremos también nuestro descanso vacacional y, hagamos lo que hagamos
que nos descanse.
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